jueves, 30 de octubre de 2014

Un fantasma para Halloween


Para quien todavía no lo sepa la noche del 31 de octubre se celebra, sobre todo en países anglosajones, una fiesta de origen celta conocida como Noche de brujas, Día de brujas o Halloween. Desde que inicié el blog suelo publicar alguna entrada especial relacionada con esta fecha este año no tenía pensado hacer nada especial pero al final he decidido leer a uno de mis autores favoritos Oscar Wilde con el El fantasma de Canterville un título con el que no se si pasaré miedo pero seguro que disfrutaré con la lectura de este clásico.

¿Y para vosotros cual es vuestro autor o libro de terror favorito?


El fantasma de Canterville - Oscar Wilde

Cuando el señor Hiram B. Otis, el ministro de Estados Unidos, compró Canterville-Chase, todo el mundo le dijo que cometía una gran necedad, porque la finca estaba embrujada.

Hasta el mismo lord Canterville, como hombre de la más escrupulosa honradez, se creyó en el deber de participárselo al señor Otis cuando llegaron a discutir las condiciones.

-Nosotros mismos -dijo lord Canterville- nos hemos resistido en absoluto a vivir en ese sitio desde la época en que mi tía abuela, la duquesa de Bolton, tuvo un desmayo, del que nunca se repuso por completo, motivado por el espanto que experimentó al sentir que dos manos de esqueleto se posaban sobre sus hombros, mientras se vestía para cenar. Me creo en el deber de decirle, señor Otis, que el fantasma ha sido visto por varios miembros de mi familia, que viven actualmente, así como por el rector de la parroquia, el reverendo Augusto Dampier, agregado de la Universidad de Oxford. Después del trágico accidente ocurrido a la duquesa, ninguna de las doncellas quiso quedarse en casa, y lady Canterville no pudo ya conciliar el sueño, a causa de los ruidos misteriosos que llegaban del corredor y de la biblioteca.

-Señor -respondió el ministro-, adquiriré el inmueble y el fantasma, bajo inventario. Llego de un país moderno, en el que podemos tener todo cuanto el dinero es capaz de proporcionar, y esos mozos nuestros, jóvenes y avispados, que recorren de parte a parte el viejo continente, que se llevan los mejores actores de ustedes, y sus mejores prima donnas, estoy seguro de que si queda todavía un verdadero fantasma en Europa vendrán a buscarlo enseguida para colocarlo en uno de nuestros museos públicos o para pasearlo por los caminos como un fenómeno.

-El fantasma existe, me lo temo -dijo lord Canterville, sonriendo-, aunque quizá se resiste a las ofertas de los intrépidos empresarios de ustedes. Hace más de tres siglos que se le conoce. Data, con precisión, de mil quinientos setenta y cuatro, y no deja de mostrarse nunca cuando está a punto de ocurrir alguna defunción en la familia.

-¡Bah! Los médicos de cabecera hacen lo mismo, lord Canterville. Amigo mío, un fantasma no puede existir, y no creo que las leyes de la Naturaleza admitan excepciones en favor de la aristocracia inglesa. 

-Realmente son ustedes muy naturales en Estados Unidos -dijo lord Canterville, que no acababa de comprender la última observación del señor Otis-. Ahora bien: si le gusta a usted tener un fantasma en casa, mejor que mejor. Acuérdese únicamente de que yo lo previne.

Algunas semanas después se cerró el trato, y a fines de estación el ministro y su familia emprendieron el viaje a Canterville. 
La señora Otis, que con el nombre de señorita Lucrecia R. Tappan, de la calle Oeste, 52, había sido una ilustre "beldad" de Nueva York, era todavía una mujer guapísima, de edad regular, con unos ojos hermosos y un perfil soberbio.
Muchas damas norteamericanas, cuando abandonan su país natal, adoptan aires de persona atacada de una enfermedad crónica, y se figuran que eso es uno de los sellos de distinción de Europa; pero la señora Otis no cayó nunca en ese error. Tenía una naturaleza magnífica y una abundancia extraordinaria de vitalidad.
A decir verdad, era completamente inglesa bajo muchos aspectos, y hubiese podido citársele en buena lid para sostener la tesis de que lo tenemos todo en común con Estados Unidos hoy en día, excepto la lengua, como es de suponer.
Su hijo mayor, bautizado con el nombre de Washington por sus padres, en un momento de patriotismo que él no cesaba de lamentar, era un muchacho rubio, de bastante buena figura, que se había erigido en candidato a la diplomacia, dirigiendo un cotillón en el casino de Newport durante tres temporadas seguidas, y aun en Londres pasaba por ser bailarín excepcional. Sus únicas debilidades eran las gardenias y la patria; aparte de esto, era perfectamente sensato.
La señorita Virginia E. Otis era una muchachita de quince años, esbelta y graciosa como un cervatillo, con un bonito aire de despreocupación en sus grandes ojos azules.
Era una amazona maravillosa, y sobre su caballito derrotó una vez en carreras al viejo lord Bilton, dando dos veces la vuelta al parque, ganándole por caballo y medio, precisamente frente a la estatua de Aquiles, lo cual provocó un entusiasmo tan delirante en el joven duque de Cheshire, que le propuso acto continuo el matrimonio, y sus tutores tuvieron que expedirlo aquella misma noche a Elton, bañado en lágrimas.
Después de Virginia venían dos gemelos, conocidos de ordinario con el nombre de Estrellas y Bandas, porque se les encontraba siempre ostentándolas.
Eran unos niños encantadores, y, con el ministro, los únicos verdaderos republicanos de la familia.
Como Canterville-Chase está a siete millas de Ascot, la estación más próxima, el señor Otis telegrafió que fueran a buscarlo en coche descubierto, y emprendieron la marcha en medio de la mayor alegría. Era una noche encantadora de julio, en que el aire estaba aromado de olor a pinos.
De cuando en cuando se oía una paloma arrullándose con su voz más dulce, o se entreveía, entre la maraña y el frufrú de los helechos, la pechuga de oro bruñido de algún faisán.
Ligeras ardillas los espiaban desde lo alto de las hayas a su paso; unos conejos corrían como exhalaciones a través de los matorrales o sobre los collados herbosos, levantando su rabo blanco.
Sin embargo, no bien entraron en la avenida de Canterville-Chase, el cielo se cubrió repentinamente de nubes. Un extraño silencio pareció invadir toda la atmósfera, una gran bandada de cornejas cruzó calladamente por encima de sus cabezas, y antes de que llegasen a la casa ya habían caído algunas gotas.
En los escalones se hallaba para recibirlos una vieja, pulcramente vestida de seda negra, con cofia y delantal blancos.
Era la señora Umney, el ama de llaves que la señora Otis, a vivos requerimientos de lady Canterville, accedió a conservar en su puesto.
Hizo una profunda reverencia a la familia cuando echaron pie a tierra, y dijo, con un singular acento de los buenos tiempos antiguos:

-Les doy la bienvenida a Canterville-Chase.

La siguieron, atravesando un hermoso vestíbulo de estilo Túdor, hasta la biblioteca, largo salón espacioso que terminaba en un ancho ventanal acristalado.
Estaba preparado el té.
Luego, una vez que se quitaron los trajes de viaje, se sentaron todos y se pusieron a curiosear en torno suyo, mientras la señora Umney iba de un lado para el otro.
De pronto, la mirada de la señora Otis cayó sobre una mancha de un rojo oscuro que había sobre el pavimento, precisamente al lado de la chimenea y, sin darse cuenta de sus palabras, dijo a la señora Umney: 

-Veo que han vertido algo en ese sitio.

-Sí, señora -contestó la señora Umney en voz baja-. Ahí se ha vertido sangre.

-¡Es espantoso! -exclamó la señora Otis-. No quiero manchas de sangre en un salón. Es preciso quitar eso inmediatamente.

La vieja sonrió, y con la misma voz baja y misteriosa respondió:

-Es sangre de lady Leonor de Canterville, que fue muerta en ese mismo sitio por su propio marido, Simón de Canterville, en mil quinientos sesenta y cinco. Simón la sobrevivió nueve años, desapareciendo de repente en circunstancias misteriosísimas. Su cuerpo no se encontró nunca, pero su alma culpable sigue embrujando la casa. La mancha de sangre ha sido muy admirada por los turistas y por otras personas, pero quitarla, imposible. 

-Todo eso son tonterías -exclamó Washington Otis-. El detergente y quitamanchas marca "Campeón Pinkerton" hará desaparecer eso en un abrir y cerrar de ojos.

Y antes de que el ama de llaves, aterrada, pudiera intervenir, ya se había arrodillado y frotaba vivamente el entarimado con una barrita de una sustancia parecida a un cosmético negro. A los pocos instantes la mancha había desaparecido sin dejar rastro.

-Ya sabía yo que el "Campeón Pinkerton" la borraría -exclamó en tono triunfal, paseando una mirada circular sobre su familia, llena de admiración.

Pero apenas había pronunciado esas palabras, cuando un relámpago formidable iluminó la estancia sombría, y el retumbar del trueno levantó a todos, menos a la señora Umney, que se desmayó.

-¡Qué clima más atroz! -dijo tranquilamente el ministro, encendiendo un largo cigarro-. Creo que el país de los abuelos está tan lleno de gente, que no hay buen tiempo bastante para todo el mundo. Siempre opiné que lo mejor que pueden hacer los ingleses es emigrar.

-Querido Hiram -replicó la señora Otis-, ¿qué podemos hacer con una mujer que se desmaya?

-Descontaremos eso de su salario en caja. Así no se volverá a desmayar.

En efecto, la señora Umney no tardó en volver en sí. Sin embargo, se veía que estaba conmovida hondamente, y con voz solemne advirtió a la señora Otis que debía esperarse algún disgusto en la casa.

-Señores, he visto con mis propios ojos algunas cosas... que pondrían los pelos de punta a cualquier cristiano. Y durante noches y noches no he podido pegar los ojos a causa de los hechos terribles que pasaban.

A pesar de lo cual, el señor Otis y su esposa aseguraron vivamente a la buena mujer que no tenían miedo ninguno de los fantasmas.
La vieja ama de llaves, después de haber impetrado la bendición de la Providencia sobre sus nuevos amos y de arreglárselas para que le aumentasen el salario, se retiró a su habitación renqueando.

martes, 21 de octubre de 2014

Mendel el de los libros - Stefan Zweig



La Contraportada

Escrito en 1929, Mendel el de los libros narra la trágica historia de un excéntrico librero de viejo que pasa sus días sentado siempre a la misma mesa en uno de los muchos cafés de la ciudad de Viena. Con su memoria enciclopédica, el inmigrante judío ruso no sólo es tolerado, sino querido y admirado por el dueño del café Gluck y por la culta clientela que requiere sus servicios. Sin embargo, en 1915 Jakob Mendel es enviado a un campo de concentración, acusado injustamente de colaborar con los enemigos del Imperio austrohúngaro. Un breve y brillante relato sobre la exclusión en la Europa de la primera mitad del siglo XX. 






Mi opinión

Antes de acercarme a la blogosfera literaria Stefan Zweig era un escritor totalmente desconocido para mí así que otra vez gracias a internet he descubierto a otro autor al que volveré a leer en el futuro.

Un hombre entra en un café de Viena para resguardarse de la lluvia cuando de pronto tiene la impresión de que ya estuvo allí antes. Después de tantos años había vuelto a entrar por casualidad en el Café Gluck, el lugar donde vio por primera vez a Jakob Mendel, un genio de los libros. Podía ver otra vez la imagen de Mendel sentado día y noche siempre en la misma mesa inmerso por completo en sus libros. A través de los recuerdos de la señora Sporschil, la limpiadora del café y de este hombre, del que no sabemos su nombre, conoceremos a este personaje tan especial.

Sin salir del Café Gluck con apenas dos personajes además de Mendel, pocas descripciones y una prosa tan sencilla como extraordinaria, que cuenta lo justo con las palabras apropiadas, Stefan Zweig logra emocionarnos con su entrañable protagonista pero también nos hace reflexionar sobre como la injusticia, la guerra y el olvido arrasan con todo a su paso incluido este hombre excéntrico e inofensivo que nunca miraba más allá de sus libros.

Mendel el de los libros, no es un libro cualquiera, en sus páginas contiene una de esas historias atemporales que sin duda recordaré durante mucho tiempo sobre todo cuando pase por una librería de libros antiguos. Un autor y un personaje imprescindible que todo amante de los libros debería leer. Un saludo y buenas lecturas.


Os dejo una de las magníficas frases que hay dentro de este libro.

“Precisamente yo, que debía saber que los libros sólo se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos … “





El autor

Stefan Zweig (Viena, 1881 - Petrópolis, Brasil, 1942) fue un escritor enormemente popular, tanto en su faceta de ensayista y biógrafo como en la de novelista. Su capacidad narrativa, la pericia y la delicadeza en la descripción de los sentimientos y la elegancia de su estilo lo convierten en un narrador fascinante, capaz de seducirnos desde las primeras líneas. En Acantilado han aparecido ya La lucha contra el demonio (Hölderlin, Kleist, Nietzsche), Castellio contra Calvino (Conciencia contra violencia), Momentos estelares de la humanidad (Catorce miniaturas históricas), El mundo de ayer (Memorias de un europeo), La embriaguez de la metamorfosis, Veinticuatro horas en la vida de una mujer, Novela de ajedrez, Carta de una desconocida, Los ojos del hermano eterno, Ardiente secreto, El amor de Erika Ewald,  Tres maestros (Balzak, Dickens, Dostoievski), Noche fantástica, La mujer y el paisaje, Correspondencia, Montaigne, La curación por el espíritu, El candelabro enterrado, La impaciencia del corazón, El legado de Europa, Amok, Viaje al pasado, Mendel el de los libros, ¿Fue él?, Los milagros de la vida, Las hermanas, Novelas, Confusión de sentimientos y las biografías Fouché, María Antonieta y María Estuardo.


jueves, 9 de octubre de 2014

Que hay de nuevo en mi estanteria (3)


Últimamente solo os enseño los ebooks nuevos que me llegan así que, a falta de un par de ellos que tengo prestados por ahí, aquí tenéis algunos de los libros en papel que se han incorporado a mi estantería.


Los primeros son los libros que compré en la Feria del libro de este año tanto el de Mendoza como el de Izaguirre llevaban bastante tiempo apuntados en mi lista de pendientes sobre todo La ciudad de los prodigios.






La ciudad de los prodigios – Eduardo Mendoza

Sinopsis

En el período comprendido entre las dos Exposiciones Universales de Barcelona de 1888 y 1929, con el telón de fondo de una ciudad tumultuosa, agitada y pintoresca, real y ficticia, asistimos a las andanzas de Onofre Bouvila, inmigrante paupérrimo, repartidor de propaganda anarquista y vendedor ambulante de crecepelo, y su a scensión a la cima del poder financiero y delictivo. Mendoza nos propone un nuevo y singularísimo avatar de la novela picaresca y un brillante carrusel imaginativo de los mitos y fastos locales. Una fantasía satírica y lúdica cuyo sólido soporte realista inicial no excluye la fabulación libérrima.


La vida cuando era nuestra - Marian Izaguirre

Sinopsis

Una novela que respira amor al libro, a la lectura y a la cultura. De fondo, una Europa que, a pesar del desamparo y la destrucción, parece más humana que nunca. «Añoro la vida cuando era nuestra», comenta Lola mientras trastea en la cocina. Esa vida, que era tan suya y tan llena de ilusión, estaba hecha de libros y de charlas de café, de siestas lánguidas y de proyectos para construir un país, España, que aprendía las reglas de la democracia. Pero llegó un día de 1936 en que vivir se convirtió en puro resistir. Quince años después, solo le queda una pequeña librería de viejo, medio escondida en un barrio de Madrid. Es allí donde una tarde de 1951 Lola conocerá a Alice, una mujer que ha encontrado en los libros su razón de vivir. Siguiendo la mirada de Lola y Alice, viajaremos hasta la Inglaterra de principios del siglo xx para conocer a una niña que creció preguntándose quiénes eran sus padres. La vida cuando era nuestra es un homenaje a la lectura, pero es sobre todo la historia de dos mujeres, una que poco sabe de la vida y otra que quizá sabe demasiado.



Estos son los que más tiempo he tardado en colocar en la estantería porque los he tenido prestados. La biblioteca de oro que lo gane en un sorteo realizado por Books&co y Don de lenguas del que había leído buenas críticas.





La biblioteca de oro - Gayle Linds

Sinopsis

Desde hace varios siglos, reyes, políticos e historiadores han buscado en vano la Biblioteca de Oro de Iván el Terrible, que contenía manuscritos de incalculable valor, encuadernados con incrustaciones de oro y piedras preciosas, y donde se reunía todo el saber de la humanidad. Aún hoy no se ha encontrado. El agente de la CI A Tucker Andersen es testigo del asesinato en Washington de su mejor amigo. Jonathan Ryder, antes de morir, le habla de una abultada cuenta bancaria relacionada con el terrorismo islámico y de la Biblioteca de Oro. Los primeros indicios apuntan a un selecto club de bibliófilos, formado por potentados de todo el mundo, que se habría implicado en actividades criminales. Con la ayuda de Judd Ryder, hijo de su difunto amigo, y Eva Blake, una restauradora que tiene problemas con la Justicia, Tucker Andersen tratará de descubrir las claves del asesinato de Ryder. Londres, Roma, Estambul o Atenas son así etapas de un emocionante viaje en busca de la verdad y quién sabe si de un trágico destino.


Don de lenguas - Rosa Ribas y Sabine Hofmann

Sinopsis

Barcelona, 1952: quedan pocas semanas para el Congreso Eucarístico, y la consigna oficial es dar una imagen impoluta de la ciudad, pues está en juego la legitimidad internacional del Régimen.
Ana Martí, novata cronista de sociedad de La Vanguardia, encontrará en el encargo de cubrir el asesinato de Mariona Sobrerroca, una conocida viuda de la burguesía, su oportunidad para escribir sobre temas serios. El caso ha sido encomendado al inspector Isidro Castro de la Brigada de Investigación Criminal, un hosco policía de doloroso pasado, que tendrá que aceptar de mala gana que Ana cubra la investigación.
Pero la joven periodista pronto descubrirá nuevas pistas que se apartan de la versión oficial de los hechos y recurre a la ayuda de su prima Beatriz Noguer, una eminente filóloga. Lo que en principio parecía una inofensiva consulta lingüística sobre unas misteriosas cartas encontradas entre los papeles de la difunta se convertirá en el inicio de una serie de revelaciones en las que están implicadas personas muy influyentes de la sociedad barcelonesa…



A continuación dos regalos Crónicas del alma de parte de su autor Jesús Ramón Trancoso y esquizorrealismo de Alfonso García un libro de relatos enviado por la editorial e.d.a.






Por último otro libro que tenía muchas ganas de leer y que por fin me he hecho con él La juguetería errante de Edmund Crispin.






Contraportada

La juguetería errante es un clásico de la novela de detectives inglesa, considerado unánimemente una de las cumbres indiscutibles del género.
Cuando el poeta Richard Cadogan decide pasar unos días de vacaciones en Oxford tras una discusión con el avaro de su editor, poco puede imaginar que lo primero que encontrará al llegar a la ciudad, en plena noche, será el cadáver de una mujer tendido en el suelo de una juguetería. Y menos aún que, cuando consigue regresar al lugar de los hechos con la policía, la juguetería habrá desaparecido y, en su lugar, lo que encontrarán será una tienda de ultramarinos en la que, naturalmente, tampoco hay cadáver. Cadogan decide entonces unir fuerzas con Gervase Fen, profesor de literatura inglesa y detective aficionado, el personaje más excéntrico de la ciudad, para resolver un misterio cuyas respuestas se les escapan. Así, el dúo libresco tendrá que enfrentarse a un testamento de lo más inusual, un asesinato imposible, pistas en forma de absurdo poema, y persecuciones alocadas por la ciudad a bordo del automóvil de Fen, Lily Christine III.


miércoles, 8 de octubre de 2014

La Daga - Pilar Gutiérrez Garzón y Federico Gómez de las Heras




Argumento

A finales del siglo XVI, Vicente Mercader, un valenciano que trabaja como alquimista en Paris, recibe de su Maestro el encargo de evitar que una extraña daga caiga en manos de un grupo de hombres armados que están asaltando su casa. Vicente emprende un viaje lleno de peligros que le lleva primero a Valencia y luego a Toledo, donde se pierde su rastro.

Casi cuatro siglos después, también en Toledo, Benito Escudero le cuenta a su nieto Lucas sus aventuras de juventud. Una de ellas trata de cómo descubrió en unos túneles, a los que se accede desde el sótano de su casa, los restos de un hombre, una extraña daga y un medallón.





Mi opinión

Un misterio guardado durante siglos con la ciudad de Toledo como escenario es el argumento de La daga el libro electrónico enviado por la Editorial Bubok que protagoniza la reseña de hoy.

París año 1590. Vicente Mercader es un joven que dejó su Valencia natal para adquirir conocimientos y ver mundo este afán de superación lo llevó lejos de su tierra concretamente a París. Allí encontró una comunidad de alquimistas donde permaneció nueve años hasta que un día su maestro lo manda llamar para entregarle un objeto que la comunidad había custodiado los últimos cien años al mismo tiempo le dice que corren peligro y que ahora debe ser él quien lo proteja.

Toledo, verano de 1989. A Lucas le encanta escuchar las historias que le cuenta su abuelo de cuando era niño y siempre le está pidiendo que le cuente alguna. Uno de esos veranos Benito le relata a su nieto que cuando tenía unos treinta años descubrió por accidente un túnel oscuro en el sótano de su casa allí dentro había un esqueleto, una daga y un medallón.


Toledo



Así empieza este libro electrónico que no solo cuenta que misterio se esconde detrás de este arma tan particular sino que además nos enseñara una parte poco conocida de la historia de España. Precisamente este recorrido histórico ha sido lo que más me ha gustado de este libro ya que por medio de los diferentes personajes descubriremos como eran las ciudades de la época, los largos viajes que hacían los comerciantes o quiénes eran los alquimistas.

Aunque el protagonista recorre varios lugares de la geografía española es en la ciudad de Toledo donde transcurre gran parte de la novela además conoceremos, entre otras cosas interesantes, que en su casco histórico había numerosos talleres dedicados a la fabricación de espadas, la historia de algunos de sus monumentos más renombrados y algunas de las muchas leyendas que esconde la ciudad. Sin duda una buena guía turística para alguien que no haya visitado nunca la antigua capital de España.

En cuanto a la novela va de menos a más y está bien desarrollada a lo largo de las tres partes que la componen aunque la última es la que he encontrado más lograda además sus protagonistas, Sonia y Lucas, los he encontrado muy naturales. El secreto de la daga, aunque se hace esperar, al descifrarlo resulta sorprendente y como no podía ser de otra forma también tiene que ver con Toledo.

Una novela ideal si buscáis una lectura entretenida y aprender un poco de historia sin que se os haga pesada. Un saludo y buenas lecturas.


Por último agradezco a Editorial Bubok que me haya enviado este libro.

El libro puede adquirirse en el siguiente enlace:



Autor foto Toledo Colin Angus Mackay

miércoles, 1 de octubre de 2014

Empezando octubre



Para este mes tengo pensado empezar con uno de los libros electrónicos que os he presentado en septiembre Futuro bajo sospecha también quiero volver a leer a Agatha Christie en esta ocasión he elegido Asesinato en el Orient Express ya os contare que tal me va con ellos.







En cuanto a las lecturas actuales he terminado El adolescente que lloraba con las películas de kárate de Carlos Arroyo Cobos y me queda poco para terminar el último libro de Fernando Martínez Blanco El fabricante de sombras que me tiene enganchada.







Como ya os comente en verano deje un poco abandonada la lectura conjunta de Platero y yo como este mes pasado la he vuelto a retomar os dejo un poco los avances que he hecho. Para quien no lo sepa este libro está dividido en capítulos cortos yo voy por el número treinta titulado El canario vuela en él nuestro burrito protagonista presta atención a un canario de color verde que se ha escapado de su jaula y que revolotea por el huerto. A estas alturas ya he leído varios de los capítulos más significativos y espero seguir este mes redescubriendo este clásico.


Y vosotros ¿cómo empezáis este mes?